sábado, 18 de junio de 2011

LA NOCHE DEL 15 DE SEPTIEMBRE

Era la noche del 15 de septiembre de 1810. Los habitantes del pueblo de Dolores descansaban tranquilos y descuidados en brazos del sueño. Nada parecía turbar la monotonía no interrumpida durante doscientos y pico de años. Se observaba, sin embargo, una que otra ventana o puerta iluminada; pero poco a poco fueron extinguiéndose las luces, los perros se echaron a reposar, y todo quedó obscuro y silencioso, excepto el pequeño cuarto de una casa situada en una calle próxima a la iglesia, donde se percibía la tenue claridad de una bujía.
El cuarto o alcoba de donde salía la luz era de un tamaño regular, y adornado de una manera que, en los tiempos de que vamos hablando, no dejaba de ser extraña, junto a un estante de libros estaba colgada una estola y unos relicarios de cera y en un costado de la mesa estaba colocado un Santo Cristo y una imagen de la Virgen de los Dolores. A pesar de los signos evidentes de que el que allí moraba no sólo un buen cristiano sino un ministro del culto .En la habitación se hallaba  envuelto en una turca negra un anciano encorvado por los años, de frente espaciosa, nariz afilada y ojos vivos y chispeantes. Unas veces se paseaba con grande agitación de uno a otro extremo de la pieza; otras se sentaban delante de la mesa y con la mano en la frente, quedaba sumergido en honda cavilación; de repente tomaba la pluma y trazaba en un papel rápidamente algunas líneas y vocablos. Se conocía que tenía un gran pesar o que lo ocupaba algún proyecto inmenso.
De esta agitación lo sacó el rumor lejano del galope de un caballo. Se levantó y aproximándose a la puerta, se puso a escuchar con atención. El ruido se hizo más perceptible y finalmente, un jinete embozado se apeó en la puerta de la casa. Nuestro personaje tomó la bujía y abrió el zaguán al embozado, el cual sin más ceremonia, introdujo al patio su caballo y cerró tras sí la puerta.
-Estamos perdidos, señor cura, exclamó el recién llegado. El cura iba a soltar la bujía a causa de la sorpresa; pero recobrándose, le contestó con calma:
-A lo que veo, estamos todavía libres y con vida; y siendo así, falta mucho para que nos consideremos perdidos.

Entretanto, los dos personajes entraron a la alcoba; el cura tomó asiento  y el jinete  en otra silla frente a él.
-Diga usted ahora cuanto guste, continuó el cura con voz tranquila, que estoy dispuesto a escucharlo.
-Pues señor, la conspiración ha sido descubierta esta misma mañana en Querétaro.
El cura levantándose exclamo: es el momento de iniciar nuestra batalla por la liberta! De dirigió a una imagen de especial significado para el pueblo,  la miro y respirando ondamente  la tomo. Era  un estandarte de la imagen de Guadalupe  que el pueblo de Dolores tiene como un gran tesoro.

Apoyándose en él se dirigió a la iglesia... y se dijo con voz enérgico:
-convocare a mi pueblo, los reuniré y juntos lucharemos  por  nuestra liberta y derribaremos a este gobierno.
Entrando a la iglesia se dirigió a unas escaleras que lo conducían al campanario, con fuerza, tomo las cuerdas y comenzó a sonar las campanas.
La noche era fría y el pueblo aun dormía,  poco a poco el sonido de las campanas iba  despertando al  pueblo… en ese momento fueron acercándose a la iglesia, extrañados.
El cura al ver el pueblo reunido, bajó hasta la entrada de la iglesia y con voz fuerte
-Grito: ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva la libertad y mueran los gachupines!
El gentío gozoso como si se hubieran sacado la lotería,  gritaron: "¡Viva la libertad!",   multitud de cohetes tronaban; las campanas y esquilas se escuchaban; y las gentes y muchachos que por curiosidad salían a las puertas y ventanas de las casas, se unían al grupo y gritaban juntamente: "¡Viva la libertad! ¡Viva el cura Hidalgo! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Mueran los gachupines!"
Diez minutos después, un inmenso gentío con hachones y antorchas   se  ondeaba como una gran serpiente de fuego por todas las calles de Dolores.

 Al ver esto el cura exclamo:
-La chispa está arrojada, el combustible es mucho y el incendio no se apagará fácilmente.  El reloj dio doce campanadas.
Cuando se supo en México la noticia del grito de Dolores, el inmenso edificio del gobierno, construido con la calma de trescientos años y consolidado con añejas preocupaciones, tembló hasta sus cimientos.
Así comenzó la libertad de México luchando por nuestra soberanía.

1 comentario:

  1. Sin duda el uso de la narrativa favorece el desarrollo de competencias en la historia, al reconstruir los hechos, organizarlos y recrearlos el alumno asume una postura crítica y fortalece su identidad.

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